Su inventora fue Aki Maita, una japonesa de 31 años que trabajaba para Bandai, empresa que lo comercializó en 1996. Pero antes de lograr eso, la creadora regaló prototipos de Tamagotchi a 200 adolescentes que encontró por las calles del barrio Shibuya, en Tokio, a cambio de que hicieran una encuesta de satisfacción.
En occidente, el Tamagotchi tuvo su lugar importante en el mercado hasta más o menos 2008, aunque en España puso fin a su era años antes, el 2004. El punto álgido de estas mascotas electrónicas fue en 1999, cuando alcanzó la cifra de unas 40 millones de unidades vendidas.